Qué ver en el interior del Palacio Real de Madrid
No me cabe duda de que el Palacio Real de Madrid va a dejarte con la boca abierta, sobre todo cuando descubras cada uno de los salones y estancias que hay en su interior. ¡Son todo lujo, arte e historia!
De todas las actividades que puedes hacer durante tu viaje a Madrid hay una que no puedo dejar de recomendarte: un recorrido por el interior del Palacio Real. ¿Por qué? Porque entre sus muchas paredes, salas y habitaciones hay grandes historias que descubrir.
Sin duda, los salones reales son las estancias que más llaman la atención, ya que están decorados con mucho detalle. Sin embargo, además del gusto por la ornamentación, vas a comprobar que muchas áreas del Palacio se conservan casi a la perfección, por lo que podrás hacerte una idea bastante concreta de dónde vivieron durante años los monarcas españoles.
1. El Salón de Alabarderos: la primera parada
El primer lugar que posiblemente veas durante tu visita al Palacio Real de Madrid será el Salón de Alabarderos. Es bastante amplio ya que Sacchetti, el arquitecto detrás de su creación, lo ideó como una sala de baile. Sin embargo, Carlos III decidió que allí es donde se colocaría la guardia real (los alabarderos). Desde entonces, ese es su uso siempre que hay una visita oficial.
Cuando entres verás que su interior es solemne y que, a excepción del techo que cuenta con una pintura mitológica de Eneas y Venus, no hay demasiada decoración. ¿Por qué? Precisamente por ese cambio que hubo en su utilización. En lugar de las ricas ornamentaciones originales, se optó por pilastras y un diseño mucho más sencillo.
No obstante, el gusto por el arte ha terminado llegando al Salón de Alabarderos, principalmente por la gran pintura de la familia de Juan Carlos I que preside la estancia. Además, hay otros lienzos y muebles de caoba que aportan más calidez al lugar.
2. El Salón del Trono: un lugar histórico
El Salón del Trono es un espacio que no puedes perderte, ¡es todo historia! Aquí es donde, desde que terminó de decorarse en 1772 durante el reinado de Carlos III, se reciben las visitas de manera oficial y ceremoniosa.
También era el lugar en el que, cuando morían, se colocaban las capillas ardientes de los reyes hasta que los llevaban al cementerio real, que puedes conocer si reservas una excursión a El Escorial. Podría decirse que es la sala central del Palacio, y de hecho ocupa la fachada principal.
Más allá del valor histórico que tiene debido a las personalidades que desde el siglo XVIII han accedido a él, el Salón del Trono, también conocido como Salón de Embajadores, maravilla por su bóveda. En ella hay pintada al fresco la representación de ”La grandeza y poder de la monarquía española”, de Tiepolo. A través de alegorías se cuenta la historia de la familia real, llevando la vista del espectador hacia el trono.
El mobiliario, especialmente el trono, también llama la atención por su riqueza artística traída desde Italia por el Giovanni Battista Natali, el encargado de diseñar el espacio. Antes de irte, te aconsejo observar el detalle y la belleza de los leones dorados y las esculturas de Minerva y Apolo que velan el trono.
3. El Salón de Columnas: escenario de bailes y recepciones
Otro de los salones con más historias que contar es el de Columnas. Aquí se han celebrado bailes y recepciones oficiales durante siglos, pero también firmas de tratados importantes, como la adhesión de España a la Comunidad Europea.
Aunque saber todo lo que ha ocurrido entre las cuatro paredes que encierran este gran salón ya es razón suficiente para visitarlo, el arte clásico que allí encontrarás te dejará con la boca aún más abierta, ¡ya verás!
Lo primero en lo que se fijarán tus ojos es en la escultura de Carlos V de Alemania y I de España. Ojo, es una copia de la original, que solo podrás ver si visitas el Museo del Prado. Lo que no son ninguna copia son los tapices belgas que terminan de decorar la sala, aunque aún más imponente es la bóveda.
En el techo del salón aparece pintada una escena en la que el sol, una metáfora del monarca, parece iluminar todo el espacio, aunque parezca imposible hacerlo solo a través de pinceles.
4. El Salón de Gasparini: el culmen del rococó
Lo sé, nada más entres al Salón de Gasparini sentirás que la decoración te agobia. Es normal, el estilo con el que fue diseñado este espacio es el rococó, famoso por lo recargado que es. A pesar de ello (o quizá a causa de ello), este salón es uno de los más bonitos del Palacio Real de Madrid. No siempre fue un salón, ya que durante la época de Carlos III era su cámara.
Aunque haya variado su nombre y ahora lleve como apellido el del artista que lo diseñó (Matías Gasparini), su interior no ha cambiado lo más mínimo. Cuando accedas a él lo estarás viendo tal y como lo vieron los diferentes monarcas a lo largo de la historia. Como tú, seguro que ellos también se quedaron impresionados con los suelos de mármol y el hilo de plata de los tapices.
¿Qué uso se le da ahora? Después de recibir oficialmente a las visitas en la Sala de Columnas, el Rey entra con sus invitados a este salón para tomar un aperitivo o un café.
5. El Salón de los Espejos: un lugar para reflejar el arte
Cuando entres al Salón de los Espejos, como no podría ser de otro modo, verás tu imagen multiplicada en los diferentes reflejos. Cuando apartes la mirada, seguro que lo siguiente en lo que te fijas es en el arte que recorre, junto a los espejos, las paredes de este espacio. Tomás de Castro fue el creador de un minucioso trabajo iconográfico, porque sí, cada escultura, pintura o incluso talla de madera tiene un significado.
Como te puedes imaginar, que haya tantos espejos tiene una explicación: este salón fue el lugar donde reyes y reinas se vestían. En sus inicios era la consorte María Luisa de Parma la que utilizó este gabinete. De hecho, se diseñó para ella con un estilo muy francés, tratando de emular al Palacio de Versalles.
Según ha ido pasando el tiempo, el Salón de los Espejos ha tenido otros usos, incluso ha sido un cine. Alfonso XIII se reunía allí con su familia para ver películas. Actualmente es donde se coloca la Orquesta Real cuando debe poner música y algo de ritmo a los grandes banquetes que se celebran en el Palacio.
6. La Escalera Principal: un sitio que hasta Napoleón admiró
Aunque no sea una sala, la Escalera Principal del Palacio Real de Madrid merece todas las atenciones. ¿La razón? Su estilo Imperial y su doble nivel. Cuando subas por sus 72 peldaños de mármol te percatarás de lo que pretende transmitir: poder y lujo. Esto lo consigue con su balaustrada y la gran escultura de Carlos III que hay justo cuando llegas al rellano central.
La escalera ha sido modificada varias veces a lo largo de los años, aunque no te preocupes porque tú no lo notarás gracias al buen trabajo arquitectónico de Sabatini, que fue el encargado de ir cambiando la altura y la disposición de las escaleras según se lo pedía el rey.
No me cabe duda de que viéndola sentirás el mismo asombro y admiración que Napoleón. El emperador, al subir las escaleras del Palacio Real tras conquistar España, le dijo a su hermano José, al que dejó el reino, que su casa iba a ser mejor que la suya propia en Francia.
7. La Real Armería: un museo de guerra
Más que una sala, la Real Armería es un museo en sí mismo. Se encuentra en uno de los extremos de la Plaza de Armas y allí está dispuesta la gran colección de armaduras y demás objetos bélicos del Palacio Real. Solo con decirte que es una de las más reconocidas e importantes del mundo, entenderás por qué debes visitarla.
Si a alguien tenemos que agradecer poder ver semejante colección es a Carlos III, que dejó de regalar sus armaduras a centros religiosos, tal y como era tradición durante la Edad Media. En cambio, empezó a guardarlas y fue su hijo, Felipe II, el que las trajo todas a Madrid. Son cientos las armas que hay aquí, no solo españolas, sino también portuguesas o moriscas.
Si tanto objeto bélico te satura, te recomiendo salir de nuevo a la Plaza de Armas y dirigirte al otro extremo, donde encontrarás la Real Botica. Aquí el museo en lugar de armas es de frascos, armarios, elementos de cerámica… donde durante años se guardaron las hierbas y los medicamentos naturales que servían para curar a la realeza.
8. La Capilla Real: un lugar para el culto
La monarquía española siempre ha estado muy ligada a la Iglesia, por lo que no debería extrañarte encontrar una iglesia dentro del Palacio Real. Eso sí, sentirás como que le falta algo, y estarás en lo cierto, pues que el proyecto arquitectónico de la Capilla Real nunca se ha acabado.
Como consecuencia, la zona del altar es bastante austera, aunque lo positivo es que la cúpula del techo sí llegó a acabarse y ahora luce increíble gracias a las pinturas de Sachetti y Ventura Rodríguez.
En la Capilla el protocolo era muy importante y se respetaba totalmente, por lo que verás que hay zonas diferentes. Toda la corte tenía un lugar asignado, mientras que el pueblo solo podría entrar a veces y colocarse solo en el área de entrada, lo que se conoce como la antecapilla. En tu visita sin embargo podrás acercarte al Cancel, la tribuna desde donde escuchaban misa los reyes.
También podrás contemplar el órgano, que es único por la calidad de su sonido y por haber sido fabricado según marcó la tradición. El responsable de que así fuese fue Fernando VI, para el que la música era primordial, especialmente en territorio sagrado.
9. La Sala de los Stradivarius: las joyas de la Corona
Quizá la monarquía española no tiene una colección de joyas como la de la británica, pero te aseguro que la riqueza cultural que hay en la Sala de los Stradivarius es aún mejor. No creo que nunca hayas visto tantos instrumentos de tan alta calidad juntos; en total, cuatro piezas (una viola, un violonchelo y dos violines) fabricados por el famoso Antonio Stradivari en 1700.
Estos cuatro instrumentos forman parte de la colección de Stradivarius Palatinos, siendo una de las más importantes del mundo. No creas que solo están de exposición para verlos, porque de hecho se siguen utilizando en los conciertos que se celebran dentro del Palacio Real.
10. Comedor de Gala
Para llegar al Comedor de Gala primero tienes que pasar por la Saleta Amarilla, que tiene ese nombre porque las telas que la decoran son de ese color.
Una vez cruces la puerta hacia el Comedor te resultará evidente que estás entrando en una de las salas más grandes del Palacio Real. Sin embargo, al principio no era tan amplio; el espacio actual es fruto de la remodelación que Alfonso XII ordenó, por la que se juntaron tres salones en uno solo.
Lo que no ha cambiado ha sido su función, ya que actualmente sigue siendo el lugar donde se celebran los banquetes y los bailes cuando hay alguna visita oficial o cenas de Estado. Durante la visita podrás ver cómo se viste la mesa en esas ocasiones, por supuesto, con la mejor de las vajillas.
¿Cuánta gente crees que puede comer a la vez allí? Te lo digo: ciento cuarenta y cuatro personas. Eso sí, la mesa se diseñó de manera muy práctica para poder recogerla fácil y rápidamente y dejar espacio para el baile posterior a cualquier banquete.
No me cabe duda de que vas a disfrutar mucho del interior del Palacio Real de Madrid, caminando por sus salones y descubriendo el arte que hay en ellas. ¿Has apuntado ya lo imprescindible?